8 de julio de 2013

Al fin y al cabo, ¿quién sufre?

A veces desearía encerrarme en un cuarto, donde no tuviera nada, donde solo estuviera yo. Perderme todo lo que pasa ahí fuera, que ya no me importa porque mi mundo está dentro, pero está mudo, ciego y sordo. 

Cada vez que intento hablar, me callan; cada vez que abro los ojos, me duelen; cada vez que escucho, no me gusta lo que oigo. 

Y entonces, ¿qué hago?

Me gustaría perderme lejos de aquí y, así, olvidar mi existencia.


19 de mayo de 2013

Hasta nunca


¿Sabes cuánto te quiero? ¿Sabes cuánto me importas? Yo creo que no, es que ni yo misma lo sé. Y es normal, porque nadie en su sano juicio puede llegar a querer a alguien en tan poco tiempo.
Supongo que quizás lo que siento por ti es admiración, o quizás es que alguien por ahí me ha enviado una flecha para que me enamore. No lo sé, nadie lo sabe.

¿Sabes la cantidad de historias que he creado junto a ti? ¿Sabes la cantidad de noches que he pasado soñándote? Creo que he perdido la cuenta, pero eso sí, siempre han sido historias que compartíamos. Historias en las que estábamos juntos, me mirabas, me sonreías; historias en las que discutíamos por tonterías pero con las que acabábamos riendo, en las que me cogías en brazos o de la mano; historias en las que tocabas para mí; historias en las que yo era tuya.

¿Sabes el problema de todo esto? Que esas historias están solo en mi mente, y no también en la tuya. Porque de todas las cosas que te estoy escribiendo, hay algo que tampoco sabes, y es que duele ver que esos abrazos, besos, riñas y canciones sean tuyos y de otra persona que, por supuesto, no soy yo.
Pero supongo que seré tonta, porque quiero lo mejor para tí, aunque eso signifique apartarme totalmente de tu vida. Así que como despedida, te digo que ha sido un placer empezar a conocerte, quererte e ilusionarme. Hasta nunca, mi pequeño músico.